El Héroe Homérico
La Ilíada presenta una peculiar concepción que hace a los héroes superiores por sus hazañas, siendo nobles, valientes o, en el caso de Odiseo, elocuentes. Pero al mismo tiempo son héroes a los que no les importa llorar o que los vean públicamente, como se puede observar con Aquiles llorando sin control por la muerte de su compañero de armas, Patroclo. El héroe homérico destaca, sobre todo, por su capacidad para afrontar la muerte y preferir la muerte gloriosa antes que una vida oscura. El héroe homérico se valía de la fuerza física y el arrojo que los caracterizaba para llevar a cabo infinidad de proezas extraordinarias y, así, alcanzar la honra y una ' ἄφθιτον κλέος ', una gloria indestructible. Dichos héroes no sόlo se valen de capacidades físicas, sino también de habilidades retóricas como se puede observar en el primer consejo de los aqueos, producto de la peste que había enviado el dios Apolo tras las súplicas del sacerdote Crises. Por todo esto, también, el héroe homérico representa el espíritu de la aristocracia, el afán por competir y sobresalir entre todos y en todo ámbito. Ejemplo de este afán se puede contemplar en el canto I, en la figura del héroe Aquiles, capaz de decir sin ambages que él es el mejor de los aqueos y que él mismo conoce que, sin su presencia en la guerra, los griegos no van a tener ningún éxito. Por otra parte, el héroe homérico está dotado de cualidades humanas, no sólo de fuerza y poderes sobrenaturales, no sólo los rodea un halo mítico, sino también, cualidades propias de un ser mortal como el sentimiento de amistad reflejado en la relación de Aquiles y Patroclo, o también, el vínculo de hospitalidad que vemos en el canto VI en el encuentro del troyano Glauco y el aqueo Diomedes, capaces de dejar sus diferencias a un lado y, tras reconocer sus símbolos respectivos y conocer que estaban unidos por distintos lazos, ya que el abuelo de uno fue el huésped del padre del otro, acuerdan no enfrentarse e intercambiar sus armaduras.
Manuel Iglesias (2ºBAC D)